La memoria semántica es el sistema encargado de la adquisición, retención y utilización de conocimiento acerca del mundo en el sentido más amplio, esto es, hechos, ideas, creencias y conceptos; un conocimiento desligado de las circunstancias espaciales y temporales de su adquisición (Tulving, 1972). Por ejemplo, saber que el gato es un mamífero, que las cosas se caen si se me escapan de las manos, que África es un continente o que el terrorismo es una amenaza real para cualquier ciudadano serían ejemplos de memoria semántica. Las representaciones semánticas constituyen, pues, el conocimiento general de los individuos sobre el mundo. Gracias a este sistema, las personas podemos representar estados, objetos y relaciones entre unos y otros sin necesidad de que estén presentes físicamente. Por eso, Tulving (1991) señala que la representación estructurada de ese conocimiento semántico tiene como función principal el modelado cognitivo del mundo.
La memoria semántica no hace referencia al Yo (algo específico de la memoria episódica, como veremos a continuación), ni se acompaña, precisamente por ello, de conciencia de pasado. Por todo lo cual, la recuperación de información semántica (e.g. que París es la capital de Francia o que si introduzco los dedos en un enchufe recibiré una descarga eléctrica) sólo implica conciencia de saber, pero no de revivir ni de reexperimentar.
El conocimiento relativo a la organización cortical de la memoria semántica sigue siendo relativamente escaso. La compleja estructura de la memoria semántica, con sus innumerables subsistemas, se ha convertido en un obstáculo importante a la hora de localizar su arquitectura neural. Hace poco más de veinte años, Fodor señalaba que la memoria semántica podría ser el resultado emergente de “una conectividad universal” del cerebro, por lo que no dispondría de una arquitectura neural estable. Sin embargo, esta hipótesis se hizo insostenible a partir del conocimiento de que lesiones cerebrales específicas producen alteraciones selectivas de la memoria semántica. Esto no ha significado que la identificación de la neuroanatomía funcional de este sistema de memoria esté resultando una tarea fácil, sino todo lo contrario. De hecho, algún investigador ha llegado a decir que “La búsqueda del locus neuroanatómico de la memoria semántica nos está llevando simultáneamente a ningún lugar y a todas partes” (Thompson-Schill, 2003, p. 288).
Según las dos revisiones más recientes sobre el tema (Martin, 2007; Patterson et al., 2007), la posición teórica dominante en la actualidad asume que gran parte del contenido de nuestra memoria semántica se relaciona con la percepción y la acción, y está representada en regiones cerebrales que se solapan, o posiblemente incluso se corresponden, con las regiones responsables de percibir y actuar. Esta perspectiva supone un compromiso con la idea de que el conocimiento conceptual está representado en una red neural ampliamente distribuida. Ahora bien ¿estas regiones cerebrales distribuidas son toda la base neural de la memoria semántica?
La evidencia neuropsicológica y la procedente de los más recientes estudios con neuroimágenes funcionales apuntan a que las propiedades de los objetos están almacenadas por todo el cerebro, con información específica sensorial y motora almacenada en sus correspondientes sistemas sensoriales y motores. Los datos sugieren, asimismo, la posibilidad de una circuitería neural especializada en percibir y conocer lo relativo a objetos animados, por un lado, y utensilios comunes, por otro. La circuitería para los objetos animados incluye, a su vez, dos regiones del córtex temporal posterior: la porción lateral del giro fusiforme, para representar la forma visual, y la parte posterior del surco temporal superior, para el movimiento. Por su parte, la circuitería neural para los utensilios comunes incluye la porción medial del giro fusiforme junto con el giro temporal medio de la región posterior, el surco intraparietal y el córtex premotor ventral, todos en el hemisferio izquierdo, que representan las formas visuales y las propiedades de acción (el movimiento y la manipulación de tales objetos).
Los investigadores han informado de otros muchos hallazgos y se han planteado muchas cuestiones que aún esperan respuesta. La neuroanatomía funcional de la memoria semántica aún necesita mucha más evidencia consistente para completar un cuadro coherente.
Por último, señalar que un fenómeno dependiente de la memoria semántica es el priming conceptual o semántico, que resulta afectado por las operaciones de codificación semántica pero no es sensible al procesamiento perceptivo. Según trabajos recientes con neuroimágenes, el giro frontal inferior, el giro temporal medio y el giro temporal inferior serían las estructuras cerebrales que están al servicio de dicho tipo de
memoria conceptual (cf. Blaxton, 1999). Estos hallazgos son compatibles con los obtenidos, al respecto, en las investigaciones neurocognitivas sobre el priming perceptivo
Ruiz Vargas, 2010
Ruiz Vargas, 2010